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Cada vez son más las familias que se animan a pedalear sobre los cuadriciclos y bicis que alquila Marcelo en la playa de Poniente
La vida puede dar muchos giros. Tantos como los que han llevado a Marcelo Krisan a trabajar como encargado en CicloMotril Rent, una tienda de alquiler de bicicletas y cuadriciclos situada en el Paseo Marítimo de la playa de Poniente quien, por el 'amigo de un amigo' y gracias a un compañero de colegio de su hija, pudo llegar a afincarse hace ya una década en la Costa Tropical.
Marcelo es un hombre todoterreno. Ha trabajado como mecánico en un taller de carpintería metálica y hasta cuenta con el carné de camión, aunque desde hace ya cuatro años, los meses de julio y agosto los dedica al alquiler de estos vehículos. Desde las cinco de la tarde y hasta pasada la medianoche, ve la vida pasar en primera línea de playa y se ha convertido para muchos niños en el héroe que los monta en las bicicletas para convertirse en los reyes del carril-bici, «tras convencer a papá», como bromea él mismo.
Marcelo asegura que las playas de la Costa sólo tienen vida en verano; en invierno, con la marcha de todos los veraneantes, muchos de los comercios cierran sus puertas hasta la siguiente época estival. En el caso del alquiler de los cuadriciclos, asegura el encargado, son familias enteras las que eligen una manera diferente de pasar su tiempo libre. Los niños son los que más motivan a sus padres para que alquilen pero, una vez comienza septiembre, comienzan los preparativos para el colegio y el ocio pasa a un segundo plano. «Hay que devolverles a sus horarios de sueño y comenzar de nuevo con la rutina para que estén preparados para el curso escolar», agrega Marcelo.
A pesar de que sólo trabaja durante julio y agosto, las muchas horas frente al mar y la «variedad de gente» que pasa por la tienda han llenado la vida de Marcelo de anécdotas. Apunta que los niños suelen ser los que más se animan, junto con «la gente del camping y, sobre todo, personas de nacionalidad extranjera que eligen las bicicletas para recorrer el paseo marítimo». «Hay bicicletas para dos personas, para cuatro, para niños e, incluso, para que se sienten los abuelos mientras los más jóvenes pedalean», apunta Krisan, quien no se ve capaz de calcular el número de personas que pasan cada día frente a él. «Sólo sé que la hora punta es entre las diez y las once de la noche», confiesa.
Los días más productivos son los del fin de semana y los menos los miércoles con el mercadillo, que le dificulta el alquiler ya que «todo el mundo está andando por el paseo y el carril bici y nadie se anima a adentrarse en el gentío con una bici», lamenta Marcelo, que está encantado de trabajar en la playa «excepto los días de mal tiempo». La crisis, que no ha dejado indiferente a nadie, también ha hecho disminuir el número de aficionados a las ruedas. Además del español, habla inglés, francés, alemán, rumano, húngaro y yugoslavo, una cualidad que «me facilita mucho las relaciones con los turistas que se interesan por el negocio», confiesa. «Ya van cuatro años trabajando y, por lo tanto, cuatro años sin vacaciones», comenta entre risas esquivando a los primeros niños que ya han elegido su bicicleta.
«Si mi jefe cuenta conmigo, estaré aquí todos los años que quiera», dice, consciente de que trabajar en estos tiempos es todo un lujo. Toca encarar el otoño y el invierno enviando currículums para conseguir un trabajo con que mantener a su familia, hasta el próximo verano.
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