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Los ladridos del perro de la familia de una de las casas ahuyentaron a los ladrones, que quitaron el bombín de la puerta pero no sustrajeron nada
Los vecinos de Huétor Santillán se levantaron este jueves con la noticia de cuatro robos en viviendas, uno de ellos frustrado. La noticia corrió como la pólvora en el pueblo, donde los vecinos se extrañaron de que los desconocidos se hubieran atrevido a actuar en pleno centro del municipio.
Tres de las casas asaltadas se encuentran en la calle José Ayala y una cuarta en la calle Era. Todas ellas son viviendas situadas en pleno casco urbano.
Agentes de la Policía Judicial de la Guardia Civil se personaron en los distintos domicilios para recabar pruebas que permitan localizar el desconocido o desconocidos que forzó las cerraduras para acceder al interior de las casas. Allí hicieron recuento de los enseres robados y buscaron huellas u otros vestigios para identificar a los asaltantes.
El ‘modus operandi’ seguido en todas las viviendas fue similar. Los delincuentes extrajeron el bombín de la cerradura de la entrada a las cocheras para así tener acceso a las viviendas. Una vez abierta la puerta, en tres de los casos lograron acceder a las distintas dependencias de la casa mientras los moradores dormían plácidamente, sin percatarse de lo que estaba ocurriendo.
El cuarto caso, en la calle Ayala, fue un robo frustrado. Los sujetos llegaron a extraer el bombín, pero el perro de la familia comenzó a ladrar al percatarse de que estaban manipulando la puerta. Los ladridos del animal hicieron que la dueña de la casa se despertara, y cuando bajó a la cochera para tratar de calmarlo, se percató de que habían llegado a forzar la cerradura. El animal evitó que los delincuentes llegaran a robar nada.
El botín sustraído por estos ladrones en las otras tres viviendas fue, entre otras cosas, seis jamones, varias videoconsolas, alguna tableta electrónica, maquinas agrícolas como una motosierra y una vareadora, o una montura de caballo. En una de las viviendas llegaron a robar el bolso de la propietaria de la casa, lo que indica que se movieron por todas las estancias en busca de objetos de valor.
Miedo
Las víctimas de los robos, con quienes pudo hablar este periódico, reconocieron el miedo que habían pasado al saber que los ladrones se habían paseado por sus viviendas. Su mayor temor era la integridad física de los cuatro niños que dormían en esas viviendas, con edades comprendidas entre los diez años y los 18 meses. Los propietarios de las casas asaltadas se preguntaban qué habría pasado si alguno de ellos llegaba a despertarse durante la noche mientras alguno de los sujetos estaba en el interior de las viviendas. La Guardia Civil sigue con las pesquisas para dar con el paradero de los delincuentes.
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